Un estratega sano es aquel que es eficaz y eficiente, es decir:
EFECTIVO. Ha determinado bien su Visión y los objetivos medios y estratégicos. La
gran mayoría de sus planes llegan a buen puerto; y aunque se esfuerza poco sus
resultados son increíbles. Fluir como el
agua es su consigna.
Sin embargo, muchas personas demuestran ciertas “enfermedades” que las
llevan a no ser tan efectiva en sus emprendimientos, aquí detallamos algunas de
ellas que pueden oscilar entre una mala o la falta total de una estrategia:
CASO I: SENSACIÓN DE FALTA DE
SENTIDO EN LA VIDA.
Este paciente se caracteriza por no tener un plan, ni objetivos claros,
ni metas. Quiere que su vida cambie, pero no ha definido el cambio. Tiene una
visión muy vaga de su futuro y su presente podría representarse como un barco
de velas que va la deriva en plena calma chicha.
Al final ha llegado a convencerse que la única estrategia para salir
de la difícil situación en la que se encuentra es ganándose la lotería; sin
embargo, no es capaz de comprarse un boleto.
Tratamiento:
El paciente deberá responsabilizarse por su vida, tanto de sus
aciertos como de sus fracasos.
Deberá de comenzar por definir una visión de sí mismo.
Luego, deberá definir objetivos y metas a corto, mediano y largo
plazo.
CASO II: ANSIEDAD ANTE LA ACCIÓN
Este paciente sí que tiene planes para todo, incluso para ir al baño
durante las mañanas. No bastándole esto, cada plan tiene distintos escenarios.
Pero no se dejen engañar la flexibilidad no es lo suyo: si se topa con una
variable que no ha considerado en alguno de sus escenarios, lo que es muy
frecuente, aborta la misión. Su aversión al riesgo es alta. Por tal motivo la
cantidad de planes desplegados es bajísima.
Tratamiento:
La experiencia es la cura para la aversión al riesgo. Se recomienda
comenzar por hacer lo más simple y continuar por lo más complejo.
Asimismo, el paciente deberá estar consiente que no se puede tener el
control de todas las cosas, por lo que es necesario priorizar. Más vale tener
un buen planes de aspectos de suma importancia, que tener cientos de planes
malos de cosas minias.
CASO III: El DISPERSIÓN DE
ESFUERZOS:
El paciente tiene la capacidad de planificar y emprender; pero siempre
se queda a mitad del camino. Su insignia es la falta de constancia y
compromiso. Siempre anda moviéndose; pero poco avanza.
Sus defecciones se deben a la falta de carácter, a un cálculo errado
de recursos necesario para terminar los planes –incluyendo energía-, o una
dispersión de esfuerzos por no enfocarse en pocos objetivos.
Tratamiento:
La priorización de objetivos le dará mayor enfoque.
Se recomienda comenzar por lo fácil y continuar por lo difícil.
CASO IV: ASTIGMATISMO DE
MEDIOS:
El paciente busca emprender. Se encuentra consiente de sus debilidades
y de la amenazas de su entorno; sin embargo, actúa como un arquero que al
querer dale a la diana apunta a la dirección contraría en donde está se
encuentra. Existe una falta de correlación sus medios y fines debido a
prejuicios que ha venido arrastrando a lo largo de su vida.
Tratamiento:
Abrir la mente a nuevas ideas y
mejorar su capacidad de relacionar las causas con los efectos mediante el
estudio de la lógica.
CASO V: EL PLACEBO.
El paciente tiende sólo a ocuparse de aquellas actividades que no
agregan verdadero valor, con el propósito de tener la sensación que se
encuentra avanzando; sin embargo, nunca llega lejos porque siempre pospone lo
verdaderamente importante.
Tratamiento:
Priorizar nuestras actividades, dándole mayor importancia a aquellas
actividades que agregan valor a nuestra vida.
Dime, ¿conocen
alguna otra “enfermedad en la estrategia”? comparte tus experiencias en los
comentarios.