domingo, 30 de abril de 2017

ENFERMEDADES EN LA ESTRATEGIA.


Un estratega sano es aquel que es eficaz y eficiente, es decir: EFECTIVO. Ha determinado bien su Visión y los objetivos medios y estratégicos. La gran mayoría de sus planes llegan a buen puerto; y aunque se esfuerza poco sus resultados son increíbles.  Fluir como el agua es su consigna.

Sin embargo, muchas personas demuestran ciertas “enfermedades” que las llevan a no ser tan efectiva en sus emprendimientos, aquí detallamos algunas de ellas que pueden oscilar entre una mala o la falta total de una estrategia:

CASO I: SENSACIÓN DE FALTA DE SENTIDO EN LA VIDA.

Este paciente se caracteriza por no tener un plan, ni objetivos claros, ni metas. Quiere que su vida cambie, pero no ha definido el cambio. Tiene una visión muy vaga de su futuro y su presente podría representarse como un barco de velas que va la deriva en plena calma chicha.

Al final ha llegado a convencerse que la única estrategia para salir de la difícil situación en la que se encuentra es ganándose la lotería; sin embargo, no es capaz de comprarse un boleto.

Tratamiento:

El paciente deberá responsabilizarse por su vida, tanto de sus aciertos como de sus fracasos.

Deberá de comenzar por definir una visión de sí mismo.

Luego, deberá definir objetivos y metas a corto, mediano y largo plazo.

CASO II: ANSIEDAD ANTE LA ACCIÓN

Este paciente sí que tiene planes para todo, incluso para ir al baño durante las mañanas. No bastándole esto, cada plan tiene distintos escenarios. Pero no se dejen engañar la flexibilidad no es lo suyo: si se topa con una variable que no ha considerado en alguno de sus escenarios, lo que es muy frecuente, aborta la misión. Su aversión al riesgo es alta. Por tal motivo la cantidad de planes desplegados es bajísima.

Tratamiento:

La experiencia es la cura para la aversión al riesgo. Se recomienda comenzar por hacer lo más simple y continuar por lo más complejo.

Asimismo, el paciente deberá estar consiente que no se puede tener el control de todas las cosas, por lo que es necesario priorizar. Más vale tener un buen planes de aspectos de suma importancia, que tener cientos de planes malos de cosas minias.

CASO III: El DISPERSIÓN DE ESFUERZOS:

El paciente tiene la capacidad de planificar y emprender; pero siempre se queda a mitad del camino. Su insignia es la falta de constancia y compromiso. Siempre anda moviéndose; pero poco avanza.

Sus defecciones se deben a la falta de carácter, a un cálculo errado de recursos necesario para terminar los planes –incluyendo energía-, o una dispersión de esfuerzos por no enfocarse en pocos objetivos.

Tratamiento:

La priorización de objetivos le dará mayor enfoque.

Se recomienda comenzar por lo fácil y continuar por lo difícil.

CASO IV: ASTIGMATISMO DE MEDIOS:

El paciente busca emprender. Se encuentra consiente de sus debilidades y de la amenazas de su entorno; sin embargo, actúa como un arquero que al querer dale a la diana apunta a la dirección contraría en donde está se encuentra. Existe una falta de correlación sus medios y fines debido a prejuicios que ha venido arrastrando a lo largo de su vida.

Tratamiento:

Abrir la mente  a nuevas ideas y mejorar su capacidad de relacionar las causas con los efectos mediante el estudio de la lógica.

CASO V: EL PLACEBO.

El paciente tiende sólo a ocuparse de aquellas actividades que no agregan verdadero valor, con el propósito de tener la sensación que se encuentra avanzando; sin embargo, nunca llega lejos porque siempre pospone lo verdaderamente importante.

Tratamiento:

Priorizar nuestras actividades, dándole mayor importancia a aquellas actividades que agregan valor a nuestra vida.

Dime, ¿conocen alguna otra “enfermedad en la estrategia”? comparte tus experiencias en los comentarios.